Así como la Torre Eiffel, también construida como
monumento por destruirlo posteriormente, el cual se salvó
de ese destino por su éxito, el Petit Palais sobrevive hasta
hoy y es allí, a la sombra del vecino Grand Palais, que el
12 de abril último, se inauguró la exposición “París 1900,
La Ciudad del Espectáculo”, que pretende, con duración
hasta agosto de 2014, hacer que el público pueda revivir
y compartir el esplendor de una época que algunos
definían como de oro, otros de Dorada, pero que sólo
mucho más tarde los nostálgicos de Belle Époque.
La actual exposición llama la atención para diferentes
aspectos y se divide en seis áreas expositivas con
esculturas, pinturas de maestros del nivel de Renoir
y Toulouse Lautrec, películas, fotografías y pósters
que evocan la vibración del periodo. “París, Ventana
del Mundo”, da el nombre al primer pabellón y hace
referencia a la Exposición Universal de 1900, que fue
exactamente lo que inspiró al actual director del Petit
Palais, Christophe Leibault, desde la nada fácil labor de
reconstruir el periodo Belle Époque en una única grande
muestra. En esa primera parte, se recuerdan las bellas,
y entonces recién construidas Gares de Lyon, d’Orsay y
des Invalides, así como la primera línea del metro. Ya el
segundo pabellón está dedicado al estilo Art Nouveau
que surgió en ese período con enorme vigor. Expone
obras de Alphonse Mucha, famoso por sus pósters y nos
deleita con floreros, vidrios de perfume, candelabros y
otras creaciones de René Jules Lalique y de Émile Gallé.
A los impresionistas y postimpresionistas, como Monet,
Cézanne, Émile Bernard y Renoir, entre otros, se dio
el tercer pabellón que habla de la efervescencia y de
la osadía de los nuevos y polémicos salones de arte,
galerías y talleres.
Ya en el cuarto pabellón, que atrae la atención de los
apasionados por moda, modelos con vestidos diseñados
por la estilista Madame Paquin y otros originarios de
las entonces famosas tiendas de la Rue de la Palais,
que cautivaban a un público cosmopolita y de altísimo
poder adquisitivo, son una clase de encantamiento. Era
el tiempo de las famosas midnettes. Tan grande era el
triunfo de la moda parisiense que basta con decir que
en el alto del monumental portón de entrada de la
Exposición Universal en 1900 había, tal cual una figura de
invitación, la imagen esculpida de una parisiense vestida
por Madame Pauqin. Además, para deleite de quien se
anima a un viaje a París y a una sumersión en el mundo
de la Belle Époque, vale decir que están expuestos los más
bellos tesoros del Palais Galliera, actualmente un museo
de moda, como la célebre portada firmada por el famoso
modista Charles Frederick Worth, acompañados de
retratos mundanos que evocan el mundo de las modistas
por artistas de la calidad de Degas y de otros grandes
nombres de la pintura del periodo.
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