Em Paris, tanto a burguesia como a classe média viviam para
a beleza e o prazer, talvez desejosos de não se conscientizar
da pobreza que ainda grassava ao seu redor e dos problemas
que se anunciavam por vir. Foram anos de ouro que
especialmente marcaram a elegância da mulher parisiense.
Paul Poiret decretara o fim do espartilho e a Haute Couture
era inaugurada. A criatividade e a modernidade em todas
as áreas pareciam embaladas pelo progresso material e pela
chegada de um novo século.
Apenas na França, 150 tipos de carros eram fabricados e
exportados para o mundo inteiro. Limousines eram feitas
sob encomenda para o Czar Nicolau da Rússia. E foi num
Peugeot que o corredor Jules Goux ganhou a corrida 500
Milhas de Indianápolis, em 1913. O país tomava a dianteira
também nos céus. Em 1909, Blériot cruzou o canal da
Mancha e, em 1913, Roland Garros fez o primeiro voo sobre
o Mediterrâneo. O artista plástico Marcel Duchamp, nesse
mesmo ano, apresentou o seu primeiro ready made, uma
roda de bicicleta e seu banquinho, defendendo o conceito
de que qualquer coisa é arte desde que assim se proclame.
Foi também em maio de 1913 que o arquiteto Auguste Perret
terminou a construção do Teatro dos Champs-Élysées, que
seria em seguida inaugurado com a legendária performance
de “O Rito da Primavera” pelo Ballets Russes, de Diaghilev,
evento de que se fala até hoje. Duas décadas antes, os irmãos
Lumière já haviam inventado o cinema e uma média de mil
filmes por ano eram produzidos pela Gaumont e pela Pathé,
empresas ainda familiares nossas. O ultimo ônibus puxado
por cavalos fez o trajeto Saint Sulpice-La Villette também
em 1913. Paris imperava em material de luxo e riqueza.
A modernidade movia os espíritos. Tudo o que jamais o fora,
parecia então possível. Foram anos marcados, sobretudo,
pelos ecos do esplendor da Grande Exposição Universal de
1900 e da pujante arquitetura que surgiu em suas pegadas.
Nesse ano, sob a batuta do arquiteto Charles Girault foi
construído o Petit Palais no estilo Beaux Arts, próximo
ao famoso Grand Palais, como um espaço temporário que
pudesse servir para abrigar a megaexposição que celebrava a
chegada do século XX. Foi uma celebração cultural, industrial
e culinária que atraiu mais de 50 milhões de visitantes.
En París, tanto la burguesía como la clase media vivían para
la belleza y el placer, quizás deseos de no concientizarse de
la pobreza que aún se propagaba a su alrededor y de los
problemas que se anunciaban por venir. Fueron años de
oro que, especialmente, marcaron la elegancia de la mujer
parisiense. Paul Poiret decretara el fin del corsé y se inauguraba
la Haute Couture. La creatividad y la modernidad en todas
las áreas parecían movidas por el progreso material y por la
llegada de un nuevo siglo.
Solamente en Francia, se fabricaban 150 tipos de vehículos y se
los exportaban a todo el mundo. Se producían Limousines por
encargo a Czar Nicolau, de Rusia. Y fue en un Peugeot que el
piloto Jules Goux ganó la carrera 500 Millas de Indianápolis,
en 1913. El país también llegaba en primer lugar en los cielos.
En 1909, Blériot cruzó el canal de la Mancha y, en 1913, Roland
Garroz realizó el primer vuelo sobre el Mediterráneo. El artista
plástico Marcel Duchamp, en ese mismo año, presentó su
primer ready made, una rueda de bicicleta y su banquito,
defendiendo el concepto de que cualquier cosa es arte desde
que se lo proclame así. También fue en mayo de 1913 que el
arquitecto Auguste Perret finalizó la construcción del Teatro
de los Champs-Élysées, que luego se lo inauguraría con la
inolvidable presentación de “El Rito de la Primavera” por el
Ballets Russes, de Diaghilev, evento del que se habla hasta hoy.
Dos décadas antes, los hermanos Lumière ya habían inventado
el cine y Gaumont y Pathé – empresas aún familiares nuestras
– producían un promedio de mil películas al año. El último
autobús llevado por caballos hizo el trayecto Saint Sulpice-La
Villette también en 1913. París imperaba con relación al lujo y
la riqueza. La modernidad movía a los espíritus. Todo lo que
jamás lo fuera, parecía entonces posible. Fueron años marcados,
principalmente, por los ecos del esplendor de la Gran Exposición
Universal de 1900 y de la pujante arquitectura que surgió a
partir de sus huellas.
En ese año, con la conducción del arquitecto Charles Girault, se
construyó el Petit Palais al estilo Beaux Arts, cerca del famoso
Grand Palais, como un espacio temporal que pudiera servir
para albergar la gran exposición que celebraba la llegada del
siglo XX. Fue una celebración cultural, industrial y culinaria
que atrajo a más de 50 millones de visitantes.
PETIT PALAIS
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