Revista Hall 42ª Edição - Junho de 2015 - page 17

Hisako Sekijima tiene 70 años. Es pequeña y
delicada, como lo son, por lo general, las mujeres
japonesas. Habla un inglés perfecto, pues tuvo
la oportunidad, debido a su esposo, de vivir
durante dos períodos en Estados Unidos. Cuando
conversamos estaba usando ropas de estilo
occidental, pero sin ningún modismo.
A pesar de la apariencia casi frágil, llevando en
la mano una pequeña tijera, un cuchillito y una
navaja, para mostrar que trabaja con útiles de lo
más comunes, es ella misma quien hace de guía
para un reducido grupo de mujeres invitado,
anteriormente, a visitar la exposición de sus últimas
esculturas en el Museo Tomo, en Tokio, en el final del
año pasado.
Encantada con lo que veía y oía, también tuve la
oportunidad de almorzar con ella más tarde y saber
cómo, a partir de la experimentación con diferentes
técnicas de cestería, puede transformar los más
rústicos elementos de la naturaleza en formas y
objetos tridimensionales, que nos llevan a pensar
en la pureza y en la espiritualidad embutidas en las
esculturas de un Brancusi.
Aunque de 1975 a 1979 y después de 1998 a 1999
haya estudiado en Estados Unidos la cestería de los
indígenas nativos norte-americanos con un abordaje
contemporáneo, mucho más que artesana de
cestería o conferencista y docente del métier, Hisako
es una escultora consagrada, con exposiciones en
varios países, como Estados Unidos, Inglaterra,
Alemania y Japón, además de contar con piezas de
su autoría en conocidos museos del mundo. Hisako
Sekijima también estuvo en Brasil, donde conoció
a Renato Imbroisi, persona a quien admira mucho,
conocido por su trabajo con artesanos de Norte a
Sur de Brasil, y también en Mozambique.
Hoy, en Tokio, su día a día es simple. En su propio
y pequeño jardín, ella recoge cáscaras de árboles,
palmas, ratán, fibras de arbustos fructíferos,
como el albaricoque y otros, varillas, ramas, raíces
de jengibre y todo lo que le parezca que podrá
transformar con sus habilidosas manos y el auxilio
de sus pequeños útiles. Una escultura puede tomarle
todo un mes de dedicación. Son los hijos que no tuvo.
Hisako reconoce haber expandido los límites de
la cestería al extremo, no apenas recogiendo
inspiración en la naturaleza como buscando
nuevas ideas, formas, conceptos y técnicas. Como
docente que ha sido, siempre supo ser generosa,
compartiendo informaciones sobre las técnicas
desarrolladas a lo largo del tiempo, planteando
temas instigadores para los alumnos y ayudándolos
en la resolución de problemas.
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