En las obras del taller, por ejemplo, la producción
de hace un 95% con el residuo forestal de la
madera del Pequi-Vinagreiro, que además de
características como excelente resistencia,
según França ella tiene valor histórico.
“Normalmente rescato esta materia prima de
áreas que ya pasaron por innúmeras quemadas,
y el valor más importante de esta madera, es
el valor arqueológico. Ella llegaba a una edad
adulta con 200 años y vivía en promedio 1200.
Son raros los árboles en el planeta que tienen
esa longevidad. Entonces, suelo decir que
este es un valor arqueológico muy grande,
pues la madera más nueva que utilizo son de
árboles que nacieron hace más de 500 años.”,
explica. Hoy sus piezas varían en el mercado
nacional de 500 reales a 250 mil reales.
Los mobiliarios urbanos son producidos con
cualesquier residuos leñosos encontrados en
las ciudades. O sea, pueden ser provenientes
de todas las especies de árboles, desde que
estén caídas, muertas o condenadas. “Aquí
tenemos dos temas importantísimos. Primero
que el árbol, la madera, es una materia prima
noble, y el residuo leñoso urbano en Brasil
y en todo el mundo va a la basura, y eso es
un crimen ambiental bastante significativo.
Eso porque además de ocupar espacio en
los basurales, de echar a la basura una
materia prima noble, el 50% de la madera
resulta en CO2. Cuando uno deja que esa
madera se descomponga naturalmente, o si la
quemamos, estamos simplemente echando a
la naturaleza todo el CO2 que el árbol recogió
y transformó en material leñoso en toda su
vida. Y eso es una acción completamente
sin sentido en permitir, desperdiciando
ese material, echando a la basura”.
Y de las piezas de mobiliario urbano que
Hugo y su equipo ya producen y que,
muchas veces, se hacen in loco, pueden
ser vistas, por ejemplo, en los Parques de
Ibirapuera y Burle Marx, en São Paulo, y en
el Centro de Arte Contemporánea Inhotim.
BANCO SOROCABA
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