El industrial brasileño de hoy ya es un héroe,
pero necesita aprender a reinventarse para
tratar de toda esa situación. Un país que llegó
a tener el parque industrial del tamaño del
nuestro no puede convertirse en una colonia
agrícola o productor de especialidades, como
Escocia. Pocas herramientas están al alcance
de las industrias para revertir ese cuadro, pero,
sobre todo, están la innovación y la creatividad.
Solo hay que observar el modelo de Corea del
Sur, que llevó al mundo Samsung, LG, Hyundai
y otros. El diseño, la identidad brasileña, la
valoración de estas raíces, es un know-how
que se puede definirlo como el mejor, quizás el
único, camino. Y la innovación no debe limitarse
a los productos, sino al modelo de gestión
de las empresas, debe librarse del estándar
producción-compra-venta y abrir camino
para las alianzas, desarrollos, cooperativismo.
La diversificación de los canales para llegar
al consumidor, el crecimiento vertiginoso del
e-commerce, el comercio minorista de marca
única superando constantemente el multimarca,
aprecio y nostalgia de las marcas
y, principalmente, los servicios.
Actualmente, el consumidor brasileño tiene
más disposición para gastar con servicios
que con productos. Es muchos más fácil, hoy,
gastar R$ 100,00 para cenar, que gastar ese
valor para comprar una Película en Blue-Ray,
que podrá ser vista muchas veces. Servicios
siempre serán una gran fuente de ingresos local
en cualquier parte del mundo, y no se resume
a la amabilidad de atenderle al cliente con
cordialidad, sino a la seguridad de que hay una
asistencia técnica. Los ejemplos de la industria
automotriz ilustran bien ese diferencial. Para
el mercado de decoración, siempre se recuerda
la fuerza de los servicios en la posibilidad de
producir algo exclusivo, especial, por encargo,
con dimensiones diferenciadas, características
propias al deseo de cada consumidor en sentirse
único y especial. En resumen, el momento
que vivimos no es favorable para que las
industrias brasileñas traigan ideas de afuera y
no trabajen para hacer que sus propias ideas
sean exitosas, al fin de cuentas, ¿quién mejor
que los brasileños para conocer el gusto de los
brasileños? Y el comercio minorista, en especial
aquellos que no tienen volumen o intención de
importar, tendrán gran resultado si valoran ese
modelo de negocio, que, en realidad, ya no es
tan nuevo: el producto que sea la imagen del
pueblo brasileño.
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