São dele, por exemplo, os cenários e figurinos de Audrey
Hepburn no filme My Fair Lady (1964) e também as
conhecidas fotos (inclusive a da coroação de Elizabeth II) da
família real inglesa que fotografou durante décadas. Poucos
são os grandes fotógrafos do século XX que não se deixaram
influenciar pelo trabalho dessa figura que já foi consagrada
em exposições como a retrospectiva de sua obra na National
Portrait Gallery, em Londres, em 1968, e as que ocorreram
durante o jubileu da Rainha em 2012, no Victorian & Albert
Museum, que ressaltavam como seu exemplo ajudou a
moldar a fotografia contemporânea de hoje. Seriam seus
discípulos, entre outros, David Bailey, Lord Snowdon (Tony
Armstrong Jones), de Mario Testino a Annie Leibovitz. Esta
última, quando convidada a fazer um portrait da Rainha
Elizabeth II, em 2007, no Buckingham Palace, não hesitou
em afirmar: “Tratei dessa foto de uma maneira documental.
Gosto da tradição, dos retratos de Cecil Beaton. Eles são
muito importantes para mim”.
Um, entre os quatro filhos de Ernest e Etty Beaton, um
casal que se conheceu fazendo teatro amador, Cecil Beaton
nasceu no bairro de Hampstead. Pequeno, adorava quando
lhe permitiam ver a mãe vestir-se para uma ocasião especial.
Tratava-se de um longo ritual que deixava atrás de si uma
desordem perturbadora e, no menino, fantasias sobre a
sofisticação das festas frequentadas pelos pais. Na escola,
cantava e, aos 11 anos, com a ajuda da babá que era dona
de uma Kodak 3A, daquelas que se expandiam, começou
não só a fotografar como a revelar no porão da casa de
seus pais. Anos mais tarde, depois de muito treinar usando
a mãe e as irmãs como modelos, em plenos anos frívolos,
loucos e criativos do Pós-Primeira Guerra, as fotos da poetisa
Edith Sitwell tal uma escultura gótica e fúnebre, feitas em
1926, chamaram a atenção da revista Vogue. Era o início de
uma associação da vida inteira com a Condé Nast e de um
vai e vem profissional entre a Europa e os Estados Unidos
escrevendo, ilustrando, fotografando e colecionando amigos.
Son de él, por ejemplo, los escenarios y vestuarios
de Audrey Hepburn en la película My Fair Lady (1964)
y también las conocidas fotos (incluso la de la coronación
de Elizabeth II) de la familia real inglesa que ha fotografiado
durante décadas. Pocos son los grandes fotógrafos del siglo XX
que no se dejaron influenciar por el trabajo de esa figura, que
ya ha sido consagrada en exposiciones como la retrospectiva de
su obra en National Portrait Gallery, en Londres, en 1968, y las
que se realizaron durante el jubileo de la Reina en 2012, en el
Victorian & Albert Museum, que resaltaban cómo su ejemplo ha
ayudado a moldar la fotografía contemporánea de hoy. Serían
sus discípulos, entre otros, David Bailey, Lord Snowdon
(Tony Armstrong Jones), de Mario Testino y Annie Leibovitz.
Esa última, cuando la invitaron para hacer un portrait de la
Reina Elizabeth II, en 2007, en el Buckingham Palace,
no dudó en afirmar: “Traté esa foto de un modo documental.
Me gusta la tradición, los retratos de Cecil Beaton.
Ellos son muy importantes para mí”.
Uno, entre los cuatro hijos de Ernest y Etty Beaton, una pareja
que se conoció haciendo teatro amateur, Cecil Beaton nació
en el barrio Hampstead. Pequeño, le encantaba cuando le
permitían ver a la madre vestirse para una ocasión especial.
Se trataba de un largo ritual que dejaba detrás de ella un
desorden perturbador y al niño le provocaban fantasías acerca
de la sofisticación de las fiestas frecuentadas por los padres. En
la escuela cantaba y, a los 11 años, con la ayuda de la niñera
que era dueña de una Kodak 3A, de aquellas que se expandían,
comenzó no solo a fotografiar sino también a revelar en el sótano
de la casa de sus padres. Tras algunos años, después de mucho
entrenar usando a la madre y a las hermanas como modelos, en
plenos años frívolos, locos y creativos del Post Primera Guerra,
las fotos de la poetisa Edith Sitwell tal cual una escultura gótica
y fúnebre, hechas en 1926, llamaron la atención de la revista
Vogue. Era el inicio de una asociación de toda la vida con Condé
Nast y de un vaivén profesional entre Europa y los Estados Unidos
escribiendo, ilustrando, fotografiando y coleccionando a amigos.
CENA DO FILME MY FAIR LADY
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